Rompiendo con la tendencia de ciudades Patrimonio de la Humanidad, haremos un recorrido por la ciudad alemana de Berlín. Se trata de uno de los dieciséis estados federados del país y se sitúa a unos setenta kilómetros de la frontera con Polonia en el noreste del territorio alemán. Con una población de cerca 3,5 millones de habitantes, puede observarse una gran variedad demográfica y cultural. Procederemos, basándonos en la experiencia propia, por lo que este artículo tiene una fuerte carga subjetiva, a describir un prototipo de día en la capital germana. Para empezar el día, y con él nuestra ruta turística, vamos a tomarnos un café y unos “brötchen” en la parada de Alexanderplatz, enfrente de la torre de televisión más alta del mundo, construida por el régimen comunista en los años 60 para demostrar su superioridad tecnológica. Después del desayuno, salimos al frío aire de la capital germana para encaminarnos hacia Mitte, el barrio más representativo e histórico de la ciudad. Paseando por la avenida de Unter den Linden (mapa) nos encontramos con la catedral y sus verdes estatuas (no eran originalmente verdes, pero el bronce ha ido perdiendo su color con la humedad y el tiempo), la isla de los museos, las dos operas de Berlín, la Universidad además de edificios de corte histórico. Si tenéis tiempo, una visita a la isla de los museos siempre merece la pena. En ella se encuentran cinco museos (el Bodemuseum, Pergamonmuseum, el de historia clásica, el de historia alemana y la galería nacional de arte moderno), de los cuales el más espectacular es sin duda el Pergamon, así llamado porque alberga en su interior el altar de Pérgamo, ciudad griega en la costa de Turquía, que fue transportado y reconstruido por completo a finales del s.XIX.
Continuando el paseo por Unter den Linden, llegamos a la puerta de Brandenburgo, símbolo de la ciudad y también del tristemente famoso muro, que durante 28 años paso justo por detrás de la puerta, separándola de la parte occidental. A lo largo del antiguo recorrido del muro, podremos encontrar infinidad de detalles sobre la brutal represión política a la que fueron sometidos los habitantes de Berlín oriental, así cómo las esquelas de quienes murieron intentando cruzar el muro.
A unos doscientos metros a la derecha, se encuentra el renovado Reichstag, el edificio del parlamento alemán, que fuera quemado por Hitler en 1933, y que ahora luce una flamante cúpula en su centro. La entrada es gratuita, aunque implica esperar un buen rato en la cola; sin embargo, la panorámica que se aprecia desde la cúpula compensa la espera y el dolor de rodillas.
Delante de la puerta de Brandenburgo y el Reichstag, se extiende Tiergarten, un enorme pulmón verde en medio de la ciudad. En este parque, antiguo coto de caza privado de los reyes de Prusia, además de corredores y gente haciendo picnics, podremos encontrar todo tipo de pequeños mamíferos y, según cuentan algunos, algún que otro jabalí.
Con el tiempo que llevamos andando y el olor a comida en el aire, es tiempo de que vayamos a comer algo, y para ellos nos acercamos a Postdamer Platz, una plaza que literalmente desapareció con la construcción del muro y que hoy representa la reconstrucción y el auge de la arquitectura en Berlín. Entre edificios espectaculares y experimento arquitectónicos (como la cúpula del Sony Center), comeremos unas sabrosas Bratwurst y seguiremos camino hacia otros barrios.
Para pasar la tarde hemos escogido Friedrichshain y Kreuzberg (mapa), dos barrios uno enfrente del otro y separados por el río Spree, pero que pertenecían uno al sector americano y otro al ruso. Kreuzberg es el barrio turco, una etnia muy presente en Alemania y sobre todo en Berlín que, tras Estambul y Ankara, es la tercera mayor concentración de turcos del mundo, con casi 300.000 turcos habitando sus casas.
Por todo el barrio se dejan ver los rasgos característicos de los turcos, y en especial los kebaps, que empezaron a venderse en su formato actual (envueltos en pan de pita y para llevar) en esta misma ciudad en algún punto de los años 70.
Si continuamos por Schlesisses Tor, al cruzar el puente podremos saludar a nuestra derecha a Molecurman, una escultura en medio del río, mediante el abrazo de tres enormes hombres de metal agujereado simboliza la buena sintonía entre los tres barrios que allí confluyen (Friedrichshain, Kreuzberg y Lichtenberg). Una vez al otro lado, nos adentramos en la zona de marcha nocturna, a través de las calles de Simon Dach strasse y Wühlischstrasse (parada Warschauer Strasse de S-Bahn), donde se pueden comer platos típicos de cualquier cultura (fruto de la masiva inmigración de los años 80) y degustar una buena cerveza alemana. Y como aún nos quedan ganas de fiesta, nos iremos al Cassiopea, un antiguo hangar de trenes comunista reconvertido en centro social con dos bares y mucho ambiente. Camarero, ¡póngame una Weissenbier!