Paseando por la avenida de Unter den Linden (mapa) nos encontramos con la catedral y sus verdes estatuas (no eran originalmente verdes, pero el bronce ha ido perdiendo su color con la humedad y el tiempo), la isla de los museos, las dos operas de Berlín,
Continuando el paseo por Unter den Linden, llegamos a la puerta de Brandenburgo, símbolo de la ciudad y también del tristemente famoso muro, que durante 28 años paso justo por detrás de la puerta, separándola de la parte occidental. A lo largo del antiguo recorrido del muro, podremos encontrar infinidad de detalles sobre la brutal represión política a la que fueron sometidos los habitantes de Berlín oriental, así cómo las esquelas de quienes murieron intentando cruzar el muro.
A unos doscientos metros a la derecha, se encuentra el renovado Reichstag, el edificio del parlamento alemán, que fuera quemado por Hitler en 1933, y que ahora luce una flamante cúpula en su centro. La entrada es gratuita, aunque implica esperar un buen rato en la cola; sin embargo, la panorámica que se aprecia desde la cúpula compensa la espera y el dolor de rodillas.
Delante de la puerta de Brandenburgo y el Reichstag, se extiende Tiergarten, un enorme pulmón verde en medio de la ciudad. En este parque, antiguo coto de caza privado de los reyes de Prusia, además de corredores y gente haciendo picnics, podremos encontrar todo tipo de pequeños mamíferos y, según cuentan algunos, algún que otro jabalí.
Con el tiempo que llevamos andando y el olor a comida en el aire, es tiempo de que vayamos a comer algo, y para ellos nos acercamos a Postdamer Platz, una plaza que literalmente desapareció con la construcción del muro y que hoy representa la reconstrucción y el auge de la arquitectura en Berlín. Entre edificios espectaculares y experimento arquitectónicos (como la cúpula del Sony Center), comeremos unas sabrosas Bratwurst y seguiremos camino hacia otros barrios.
Para pasar la tarde hemos escogido Friedrichshain y Kreuzberg (mapa), dos barrios uno enfrente del otro y separados por el río Spree, pero que pertenecían uno al sector americano y otro al ruso. Kreuzberg es el barrio turco, una etnia muy presente en Alemania y sobre todo en Berlín que, tras Estambul y Ankara, es la tercera mayor concentración de turcos del mundo, con casi 300.000 turcos habitando sus casas.
Por todo el barrio se dejan ver los rasgos característicos de los turcos, y en especial los kebaps, que empezaron a venderse en su formato actual (envueltos en pan de pita y para llevar) en esta misma ciudad en algún punto de los años 70.
Si continuamos por Schlesisses Tor, al cruzar el puente podremos saludar a nuestra derecha a Molecurman, una escultura en medio del río, mediante el abrazo de tres enormes hombres de metal agujereado simboliza la buena sintonía entre los tres barrios que allí confluyen (Friedrichshain, Kreuzberg y Lichtenberg). Una vez al otro lado, nos adentramos en la zona de marcha nocturna, a través de las calles de Simon Dach strasse y Wühlischstrasse (parada Warschauer Strasse de S-Bahn), donde se pueden comer platos típicos de cualquier cultura (fruto de la masiva inmigración de los años 80) y degustar una buena cerveza alemana. Y como aún nos quedan ganas de fiesta, nos iremos al Cassiopea, un antiguo hangar de trenes comunista reconvertido en centro social con dos bares y mucho ambiente. Camarero, ¡póngame una Weissenbier!
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